
Nacho, con una
raya bien grande debajo para remarcarlo.
Hoy
hace cinco años que mi rey llego al mundo, aún me emociono al recordar el tacto
de su piel en mi cuerpo nada más nacer y el olor, yo solo quería olerlo, no
quería contar los dedos de sus manos o sus pies, no, yo solo quería sentirle y
olerle…el instinto supongo.
Nacho
nació muy grande, casi criado que diría mi madre, precioso, tranquilo, un
tragoncete. Al llegar a casa te preguntas dónde está el manual de
instrucciones, y empiezas a aprender a ser madre.
El
tiempo vuela y ves como tu hijo crece, está realmente guapo con sus inmensos
ojos claros y ese pelo rubio lleno de rizos, pero algo empieza a no encajar en
el puzzle, palabra esta que va a tener un significado especial en nuestra vida.
Poco a poco y tras diagnósticos que llegan muy tarde, la
desesperación de no entender muy bien lo que pasa, las piezas empiezan a
encajar y forman las siglas TEA. Tres letras que nos van a acompañar toda la
vida, pero que no nos van a condicionar de ningún modo, son unas siglas, nada
más.
La
vida y el tiempo te enseñan a ser madre, el referente de la mía, luchadora,
cariñosa, sacrificada, me ha ayudado a forjar poco a poco mi carácter. Pero lo que más ha marcado mi trasformación
como no podía ser de otra manera ha sido Nacho. Él me ha enseñado a ver el
mundo desde un prisma diferente, a comprender lo que realmente es importante en
la vida.
Nacho
es cariñoso, lleno de dulzura, de bondad, su mirada te traspasa, te contagia la
alegría. Cuando se ríe, se para el mundo y cuando dice “yo quiero a mamá”, todo
lo demás carece de sentido.
Este
año está empezando a decir sus primeras palabras, a hacer pequeñas frases y a
escribir su nombre, NACHO, bien remarcado con una raya debajo. Él se
reafirma así, aquí estoy yo,”la N, la A, la C, la blublbublu, la O, Nacho y lo
subraya”, esa es su manera de entender quién es y la importancia de su
existencia.
Hace
cinco años, en aquel paritorio no me podía ni imaginar lo feliz que iba a ser
con aquel recién nacido, ingenua de mí pretendía enseñarle a vivir y ver el
mundo, ingenua sí, porque es el que me enseña cada día a mí.
He
aprendido en estos cinco años a ser más tolerante, a disfrutar de las pequeñas
cosas, a sonreír en los momentos difíciles, a desterrar de mi vida el no puedo,
a entender que todos somos diferentes y únicos, en definitiva a ser feliz en el
más amplio sentido de la palabra.
La
vida es un gran puzzle, con un montón de piezas, una de ellas es el autismo,
pero es una más, ni más grande ni más pequeña. Y Nacho cada día pone una pieza
más que encaja perfectamente, y cuando su vida termine el puzzle estará
completo.
Gracias
mi vida por ser como eres, no podría haber deseado un hijo mejor, gracias por
estos cinco años de felicidad.
Feliz
cumpleaños mi rey, feliz cumpleaños Nacho, con una raya bien grande
debajo para remarcarlo.
Ante todo, muchas felicidades a Nacho, porque es el verdadero protagonista, tanto del día, como del post.
ResponderEliminarY a Silvia, más conocida seguramente como "la madre de Nacho", solo decirte que disfrutes de tu hijo como lo haces, y que sigas aprendiendo de el. Efectivamente, tienes mucha razón, Nacho es único y la felicidad se encuentra mucho más en las pequeñas cosas, que en supuestas grandezas.
Mucho, mucho ánimo, y sigue disfrutando ese bien tan preciado que es la maternidad.
Ánimo también y enhorabuena a la asociación.